La "Fiesta", en las diversas culturas y épocas, cumple una función muy importante en el mantenimiento y renovación de la vida. No debemos asociar la "fiesta" con el significado más común, es decir, con la diversión y las insanas disipaciones que a veces tanto nos apetecen. Al contrario, significa un tiempo sacro ubicado aparte (apartado) de las actividades mundanas, un tiempo especial para salir del mundo y dedicarlo exclusivamente a Dios. También nos libra de la rutina semanal, y de las rutinas (algunas de las cuales podemos calificar como vicios) autoimpuestas para el gozo personal.
Sabemos que, desde el sacrificio de Cristo en la cruz, las fiestas de los judíos forman parte del pacto antiguo y de los ceremoniales ubicados en el templo. Pero ahora el templo es el cuerpo de cada creyente, y la Pascua - que este año se celebrará entre el 12 y el 19 de abril - es Cristo mismo viviendo en el corazón. También hay que desmarcarse del concepto vacacional de la pascua, tal y como se celebra en las sociedades católicas. No se trata de irse de vacaciones ( aunque salir de casa durante unos días también es una forma de salir de las rutinas), y de hecho los siete días que transcurren entre el "pesaj" y "los panes sin levadura" (salvo el primero y el último) son días laborales en los que es menester seguir sujetos a la disciplina diaria, aunque con una disposición del espíritu distinta, en conmemoración a los tiempos que Dios nos dio para uso sagrado.
El tiempo no es sólo un cómputo de horas y días, sino una forma de conciencia. Dios nos dio sus fiestas y sus tiempos para que podamos aprender a separar lo sagrado de lo profano. Por tanto, hemos de entender que el modo (la forma de conciencia) en el que los hijos de Dios celebran la Pascua en los días marcados en el calendario bíblico es distinto de aquel modo consecuente a las tradiciones y costumbres de la pascua católica, y de los tiempos basados en cálculos matemáticos o en el calendario oficial. El reto consiste en convertir a esos días en un periodo de tiempo sagrado, un calendario sagrado por inspiración del Espíritu de Dios, y no por simple tradición o necesidad de romper la rutina.
Es imprescindible estudiar el santuario para entender el significado del ciclo de fiestas desde "pesaj" hasta la "fiesta de los tabernáculos" en el mes séptimo. Pues recorremos, simbólicamente a lo largo del tiempo litúrgico, el atrio, hasta la entrada en el lugar santo (pentecostés), y al lugar santísimo (día de expiación) donde se encuentra el arca del pacto y el propiciatorio hecho de oro puro, el oro que simboliza la plena santidad y la plena comunión con el Creador en la "shekiná".