viernes, 16 de agosto de 2019

La búsqueda del Tesoro



Siempre fuimos goonies. De un modo u otro resulta difícil no sentir la camaradería inspirada por aquella historia inventada por Steven Spielberg, un sujeto hijo de sus propios sueños. Esta reseña fugaz va por todos aquellos que son deudores de extraños productos del mainstream surgidos en una década increíble. Por quienes sintieron la llamada a buscar tesoros porque saben y sabían que la realidad esconde sus maravillas en lugares cavernosos, subterráneos, olvidados por la marcha normal del mundo. Por quienes teniendo sensatez, talento o genio serán, a los ojos del mundo exterior - el mundo que está a la salida del pozo de los deseos - simplemente disfuncionales, delincuentes o marginados. Por quienes persistieron, a pesar de todo ello, en la búsqueda del Tesoro. Y lo encontraron oculto en el campo del mundo. Encontraron sentido, razón y, en definitiva, la Palabra de Verdad. Un tesoro compuesto de joyas y piedras preciosas que son personas, rostros especiales, paisajes, viajes, secretos lugares de paz y regocijo. Tampoco vamos a negar que la película, aún conservando esa aura especial, actualmente resulta mediocre y pueril en comparación con el legado de posteriores y más recientes productos cinematográficos como Harry Potter, de temática muy similar. Cabe preguntarse, en todo caso, si llegamos a ser conscientes de cuánto le debemos realmente por todo el sentir y la experiencia surgidos a raíz de aquellas primerizas experiencias audiovisuales.   

martes, 9 de abril de 2019

Hispania

LA HISPANIDAD Y EL IDEAL DEL CABALLERO

en España por

Inspirados por uno de esos pensadores olvidados de la Tradición Hispánica como fue Manuel García Morente, hace ya unos años tratamos de sintetizar las claves espirituales, éticas y estéticas de la Hispanidad. El texto lo perdimos y no supimos de él durante años, pero providencialmente hace poco volvió a nosotros a través de un amigo que lo guardo durante este tiempo como fuente de esclarecimiento y motivación. Sin apenas retocarlo lo recuperamos ahora para “La Forja y la Espada”. En él y siguiendo las reflexiones e intuiciones del maestro García Morente, lo más esplendido de la antropología de lo Hispánico es revindicado como hoja de ruta para la forja interior de nuestra alma y brújula para nuetro actuar en el Mundo. Sea todo ello para que la consigna sapiencial de “llega a ser lo que estás llamado a ser”, pueda ser debidamente cumplida…
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1º-El modelo de Hombre:
La Hispanidad como proyecto histórico político se constituyó ante todo conforme a una idea determinada de Hombre. Esa idea de “Hombre”, de “Ser Humano”, es el eje axial del proyecto. Dicha idea es en esencia la siguiente: Solo conforme a un horizonte de Trascendencia, de Eternidad, puede entenderse la Dignidad radical de lo humano, y por ende su Libertad. Libertad que será entonces auténtica cuando se dirija y se esfuerce por la preeminencia del Espíritu.
2º-España como Estilo:
La premisa espiritual y ética del punto 1º, determina un estilo, una manera de estar y ser, siendo dicho estilo, lo que configura de manera determinante la verdadera Hispanidad. Su norma y sentido, así como su desviación y desdoro. Dicho estilo de lo auténticamente español, deberá ser nuestra brújula a la hora de configurar los mandamientos de las “Aspas de san Andrés”.
3º-El estilo del Caballero:
El símbolo que sintetiza la esencia de la Hispanidad, que sintetiza el estilo Español conforme a todo lo anterior, no podrá ser el estilo del hombre de negocios, del triunfador de la sociedad capitalista, del alto ejecutivo; tampoco podrá ser el estilo del agitador social, del revolucionario, del tribuno de la plebe; tampoco podrá ser el estilo del artista, ni el del filósofo, ni siquiera el del asceta o el santo. Y por supuesto mucho menos el del tendero, el del mercader. El estilo que determina la Hispanidad y que ha hecho los mejores momentos de nuestra historia, es el estilo del Caballero. Del “Caballero Español”; hecho de Hombría de Bien, Compostura y Decoro, Respeto de sí, Honor y Valor, Generosidad, Largueza, Claridad de Alma, Amistad… Elementos que configurando a dicho caballero, serán esenciales en nuestro proyecto.
4º-El Caballero Español:  
El caballero español en esencia se conforma de los siguientes elementos:
Grandeza contra Mezquindad:
Es decir, el dar sin dudar mayor valor a lo que se es, que a lo que se tiene. El caballero español cultiva la grandeza porque desprecia el apego grosero a las cosas, ya que su alma aspira a una Trascendencia y Libertad que no pueden reducirse a lo meramente terrenal. El Escorial por ejemplo, es pura “grandeza pobre”, grandeza austera de muebles castellanos y murallas de Ávila.
Arrojo contra timidez:
Valentía, paso al frente, gusto por mezclarse con la vida y con la gente, sin miedo a la muerte ni al peligro, ni a la pobreza o la escasez, ni a la aventura.  Por que lo que le sostiene es una idea, un ideal de sí, de su propia dignidad, dignidad frente a la cual la vida no es sino un viaje lleno de cosas efímeras de las que no puedes sino beber despreocupado, sin apego mundano, valiente y despreocupadamente…
Altivez contra servilismo:
Orgullo de su propio camino, de su “ley interior”, que es la única frente a la que responde. Porque se precia de ser más que de poseer, y mira con desdén todo lo que no es sino vano oropel, y todo lo que no es sino servil sometimiento a “la ley falsa del Oro”…
Más pálpito que cálculo:
¿Se imagina alguien a los Conquistadores calculando como vulgares “bussines men” las posibilidades reales de la conquista de Méjico o Perú?… El español no es así. El Caballero español no hace cuentas como un prestamista holandés, más bien le basta con que su corazón le mande ejecutar una acción, que su gusto por hacer su propio camino como ventura, le llame a hacer lo que cree que debe hacer. Obedeciendo los dictados de su Corazón sin dudar ni calcular.
Culto al Honor:
Es la estimación que el Caballero Español hace de la forja de su propia personalidad independientemente de lo mera y groseramente terrenal, lo que le lleva a un culto casi religioso por el Honor. Honor que en España se vive como afán y propósito de vivir sin tacha, de poder siendo rico o pobre, venturoso o miserable, mirar a cualquiera a los ojos y sostenerle la mirada. Por que nada, nada de nada, en el ámbito de la nobleza del alma, se le puede echar en cara.
Culto a la Personalidad:
El español se siente sujeto de la Historia Universal, no mero convidado de piedra. Sabe que el camino que se recorre en la existencia humana lo hacemos nosotros mismos con la ayuda de la Providencia, y que no somos así fruto de las fuerzas ciegas de la economía, la naturaleza, el fatalismo de unos dioses crueles, o el determinismo de un universo mecánico y racionalista. La personalidad se cultiva y se trabaja, y de ella se deriva nuestro andar por este mundo, no como inercia, sino como fruto maduro de nuestra búsqueda.
Vida pública y Vida privada:
El español prioriza aquello que ocurre en su vida privada, en la vida que se hace de relaciones de tú a tú, de persona real a persona real, sin notarías, comisarías ni urnas de por medio. En aquello que configura su universo de relaciones personales por palabra, compromiso, camaradería o rivalidad. Pero sin instituciones, contratos, abogados o políticos. Anteponiendo el Honor a la juridicidad, la convivencia real a la democracia y la burocracia.
Presencia de la Muerte:
El español vive en presencia de la Muerte, no la teme, tampoco la adora. Antes bien se acerca a ella con desafío, como prueba de que hay en su alma algo más que “mera vida”. La existencia terrena no es así sino tránsito y prueba, y la muerte el momento decisivo en el que demostrar que se vivió con Grandeza y sin apego. Con una dignidad irreductible al miedo a la muerte y el regodeo mundano.
Anhelo de Eternidad:
“Muero porque no muero”… El Caballero quisiera estar ya en la Gloria Eterna, si debe partir lo hace sin mirar atrás, como si supiera que la patria de su alma esta en los Cielos y que allí, habiendo demostrado que podía estar en esta vida sin olvidar las Alturas, se le espera… Siente así la necesidad de demostrarse a sí mismo que su Libertad, no se somete al apego terrenal, y que su Dignidad inalienable, es tal porque no es de “este Mundo”, sino del Otro.
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el caballero español, el entierro del conde de orgazaz
Del sobrio heroismo del Cantar de Mío Cid o el Poema de Fernán Gonzalez, a la serenidad frente a la muerte en el “Entierro del señor de Orgaz” o el respeto, elegancia y caballerosidad en “La rendición de Breda”. Del “honor es patrimonio del alma y el alma es sólo de Dios” de Calderón de la Barca, a san Juan de la Cruz cuando dice “Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada/ Para venir a poseerlo todo,no quieras poseer algo en nada”. De “la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el Mundo han sido” que decía fray Luis de León, a la escultura de Juan de Austria en su tumba en el Escorial. De Cervantes herido en Lepanto y preso en Argel, a don Quijote exclamando que “de lo que más necesitado está el Mundo es de Caballeros Andantes”…
Son sin número las referencias de la tradición española y especialmente durante el Siglo de Oro, de un ideal antropológico ético y estético que la Hispanidad hace suyo y ejemplifica de manera gráfica en la figura del “Caballero”. Caballero que de manera sintética hemos querido recoger aquí a partir de las enseñanzas de Manuel García Morente. Ciertamente dicho ideal parece haber querido ser olvidado o denigrado en la España cotemporánea y sin embargo, quienes así lo plantean y se afanan en ello lo hacen en vano, pues como una llamada guardada en el fondo del alma, el antiguo ideal vuelve a emerger hoy día entre jóvenes y no tan jóvenes, quizás está vez para ser reivindicado como un reencuentro con la propia identidad…
Fuente original: https://gonzalorodriguez.info/la-hispanidad-y-el-caballero-espanol/?fbclid=IwAR3idAfBIACiNsF-fnOKEy-a32UeXa-y1nY83CN_QjrMVwNr0ayI9egsrDs

domingo, 17 de febrero de 2019

A los vientos

                   
Cae fuego del Cielo
y nueva sangre sobre la tierra.
Espera un guerrero sin guerra
de rodillas en gran vuelo
velando por el tesoro.
Del infierno inerte
sube el rugido de Eos
y el hielo de la tierra
al alma le da muerte.
De rodillas revela sus alas
y el aire se torna llama
consumiendo hielo y muerte
escribiendo en oro y alegría:
"dichoso el hombre que camina
contra la corriente del mundo
hierve la sangre de euforia
con el viento en su cabello
y un nuevo nombre para la vida"  

Marcado por los dioses






Tú eres mis ojos.
Vosotros sois mi astucia.
Y tú eres mi fuerza.




Del año 1982, y bajo la influencia del Conan the barbarian de John Milius, retorna a nuestros días The Beastmaster, película dirigida por Don Coscarelli que en cierta forma selló la mente de muchos niños crecidos en aquellos tiempos, suscitando el interés por la mitología, las armas blancas y la historia antigua en unos casos o, en otros, directamente el vínculo con los "dioses" y las cuestiones relacionadas con el desarrollo espiritual del hombre. Si el clásico de Milius capta nuestro interés principalmente por su profundidad simbólica y filosófica, la película de Coscarelli - mucho más ligera y escueta a nivel de reflexión y símbolo - brilla por sus elementos estéticos y por cómo los utiliza  ( sin complejos y libre de toda corrección política ) para representar a las fuerzas del bien y del mal. Tras unos créditos de apertura en los que se alternan las imágenes del tigre y del halcón acompañadas por la memorable partitura de Lee Holdridge se nos presenta al sacerdote Mejacks y a su grupo de pitonisas conspirando contra el heredero al trono. Esa sección que transcurre bajo la atmósfera de tiniebla, la decrepitud física de los protagonistas, y el sonido amenazante de los vientos desemboca en la aparición de Dar, la belleza aria encarnada por Marc Singer, el bien que en un entorno campestre e idílico conforma la antítesis a la degeneración y el ambiente opresivo contra el que deberá luchar. Por lo demás, una historieta de aventuras, lúdica y no desprovista de sentido del humor, que gracias a ello no hace más que ser una romántica representación del heroísmo desde su elemento externo, lo físico y puramente animal como expresión de atributos del Espíritu. La presencia de Tanya Roberts complementa a un conjunto en el que predomina la celebración de la belleza del cuerpo masculino como signo de fuerza y nobleza de carácter. Y, no obstante, también en un plano más literal hallaremos estampas memorables y fascinantes, de la vida salvaje del hombre que convive con la fauna y el paisaje montañoso, la ninfea aparición de las mujeres bañándose en un lago, o ver a Dar bañado por la luz del sol en la cima de un montículo practicando esgrima con un tronco (¡estratosférico!) culminado en ese cierre donde hombre y mujer se besan en una cima acompañados por el viento y las fieras. En definitiva, su estética parece encontrar un extrañísimo equilibrio entre lo abrupto y una lírica bastante sofisticada.

Volviendo al inicio, y concretamente a los valores espirituales contenidos en el filme, el que la imagen del tigre y del halcón se conviertan, desde los créditos de inicio, en el sello particular de la película es la mejor brújula para sacarle provecho y disfrutarla más allá de su aspecto lúdico. El tigre correlaciona con la esbeltez física del protagonista, y es símbolo de fuerza. Pero debemos enfocar el entendimiento en el desarrollo de la fuerza interna, la que viene de Dios y conforme a la voluntad de Dios, no en la fuerza externa o meramente física. El vuelo del halcón, por otra parte, nos remite a una determinada percepción del espíritu, ver el mundo "desde las alturas", o sea, tener una perspectiva más amplia, acceder a los altos vuelos espirituales del hombre marcado por los dioses.     



       

miércoles, 13 de febrero de 2019

La Espada que vence al mundo



A lo largo de la historia sólo ha existido un hombre que haya vencido al mundo, no para someterlo a sí mismo, sino para darle la oportunidad de ser redimido aceptando al Creador y a aquél que es el Camino y la Vida verdadera. Vencer al mundo significa vencer nuestra débil y pecadora condición humana, la condición que es causa y origen de la maldad, la injusticia y las calamidades que afectan a nuestra sociedad, ahora y en todas las épocas. No obstante, a quienes libremente decidan creer en Jesucristo, por el poder de su Santo Espíritu, se les otorga una Espada de Vida y Fuego con la que también pueden vencer ( Juan 16: 33 ). La Palabra de Dios es pensamiento, el tesoro que abre la puerta al lugar santo donde la mente de Dios y la de cada creyente es una sola y la misma. El problema radica en la naturaleza de esa victoria que no proporciona éxitos o reconocimiento, sino la extinción del orgullo y, en cierto modo, del individuo socialmente meritorio y respetable, siendo esa Espada una forma de pensar que rompe la lógica humana. De entre las creaciones de la cultura humana pocas pueden contener tanta belleza y emotividad religiosa como El cant de la Sibil-la, una liturgia que, mediante la música gregoriana y la poesía, durante siglos ( al menos desde el siglo XV ) le ha recordado al mundo que existe un redentor que un día vendrá para consumar la verdad y el juicio que ya está en marcha. Pero aquí nos detendremos en el momento final de la liturgia, cuando la sibila levanta la Espada para mostrarla a la concurrencia. Desde el prisma litúrgico, la espada física representa a la Palabra de Dios, la única que, al santificarnos, nos libera de una condición y de un mundo cuyos días están contados. Levantar la espada supone una advertencia, por un lado, y por otro la oportunidad de que quienes la contemplan sean sellados con el sello de Dios, es decir, con la Ley y el Espíritu. Se requeriría la capacidad de abstracción, ir más allá del elemento físico y visible y encontrar la comunión con esa mente que vence a todos los demonios de la tierra.