domingo, 13 de mayo de 2018

Forjar la Espada




                                      No vine a traer la paz, sino la espada - Evangelio de Mateo 10:34


El cine-fórum "Conan the barbarian" sigue inspirando pensamientos. En este caso, la felicidad y cómo ser felices es directamente el tema que nos ocupa.

El mundo y la sociedad tienen un concepto determinado de qué es ser feliz. Si vamos a la verdadera fuente del crecimiento espiritual, aquello que llamamos "pensamiento de Dios" o "Espada del Espíritu", ser feliz es estar en equilibrio. Pero ¿equilibrio de qué, o respecto a qué cosas?. En síntesis, si estamos en verdadera comunión con la Palabra de Dios (la Espada) desarrollamos, por don y gracia de Jesucristo, una serie de virtudes: fuerza y poder de Dios, benignidad, beatitud, discernimiento, misericordia, justicia, templanza, paz, paciencia, debilidad, humildad. Y el AMOR, que es la suma de todo ello. Debemos saber que esas virtudes no se traducen en verdadero amor si no las vivimos de forma equilibrada. La fuerza, cultivada al margen de la debilidad y de un sentido de la humildad, nos convierte en personas arrogantes. Por otro lado, la debilidad a secas nos hace caer en el victimismo. A buen entendedor... 

La felicidad mundana consiste en hallar paz y equilibrio con uno mismo y con el mundo exterior. Consiste en que mi paz espiritual dependa de lo que el mundo me ofrece: para ser feliz necesito tener un trabajo que se amolde a mi formación y aptitudes, tener amigos que sean de mi agrado, tener una casa como a mí me gusta, asistir a una iglesia donde las cosas se hagan como yo creo que deben hacerse, tener vacaciones, poder viajar a tal o cual sitio, una mujer como a mí me gusta, etc. El gusto habla mucho de la excelencia de carácter de una persona, pero no podemos esperar que las cosas sean a nuestro gusto. Mucha gente puede ser feliz de esa manera, porque realmente tienen el don de tener cosas y alcanzar objetivos conforme a sus necesidades. Todos, por tanto, estamos invitados a participar de esa felicidad por medio del esfuerzo y la voluntad, en mayor o menor grado, porque todos no somos iguales.

A un nivel más profundo, y sin olvidar que todos están invitados también a esta forma de felicidad, la felicidad no depende de las circunstancias ni del mundo que te rodea. Es una alegría interior, una condición interna que te separa del mundo sin dejar de estar en el mundo. Independientemente de los éxitos o de los fracasos, esa alegría es como una roca inamovible y eterna. El mundo cambia, la Roca permanece. No esperas ni necesitas nada del mundo porque todo lo que en verdad necesitas ya está dentro de ti. Sí, la felicidad es la Espada, la comunión con la Palabra de Dios. Pero no nos engañemos. No podemos ser invulnerables ante las desgracias que nos suceden en la vida, por eso hemos de aceptar la debilidad. Conan es el héroe que nunca llora, y de hecho debemos ser serenos, introspectivos, tener control y dominio propio en la lucha, pero, al contrario que Conan, lloramos, tenemos miedo y debilidad, y es lícito tenerlos, lo contrario nos lleva a la autodestrucción. Aún así, ante la desgracia y el pesar, siempre está la alegría procedente de esa condición interna inamovible. El Dragón, en este caso representado en Thulsa Doom, ofrece la tentación de una fuerza sin resquicios de debilidad, y la capacidad de manipular el entorno en beneficio propio. Pero al forjar la Espada (cultivar el Espíritu en la relación con Dios) tenemos el arma que decapita a la Serpiente y termina con su gobierno sobre nuestras almas. 







 



martes, 8 de mayo de 2018

La "ideología" de Dios (II)



                    "Atácame con toda tu ira, y yo estaré contigo para siempre" -Luke Skywalker


Es momento de releer y considerar esta entrada anterior. Quienes están en el Camino, y además tienen la vocación de rastrear elementos de la cultura popular en busca de los atributos de Dios pueden llevarse más de una sorpresa al comprobar cómo la cultura del Dragón, aquella cuyo artesano es el hombre, es una imitación casi exacta de las cosas de Dios; una gran cantidad de verdades mezcladas con el error. Quienes estén, pues, sobre esa pista, sin duda sentirán una considerable conmoción tras identificar el mensaje contenido en Los últimos jedi, el penúltimo paso antes de concluir la saga cinematográfica por excelencia. En pocas palabras, el episodio escrito y dirigido por Rian Johnson puede ser perfectamente el más espiritual de los conocidos hasta la fecha, aquel que incide especialmente en valores como la humildad, el arrepentimiento y el sacrificio de la propia vida para dar vida y esperanza a los hermanos de Fe o de especie. En este episodio, Luke Skywalker es claramente una imagen imitativa de la imagen de Jesucristo. En la memorable secuencia del enfrentamiento contra Kylo Ren y su ejército, mantiene siempre la posición de decir Verdad sin atacar ni lastimar al oponente, hasta el extremo de entregar la propia vida por él. Una lección muy próxima a aquella que hemos dado en llamar "la paz del guerrero", la que el Maestro esgrime ante las acusaciones fariseas. Pero la conmoción sentida radica principalmente en cómo el pensamiento de la esvástica ( el movimiento ascendente y el movimiento descendente en un Ser único e integrado) aparece en la película, concretamente en la reaparición de Yoda ( para la historia del cine, es el cameo del siglo) y en el diálogo que establece con un eterno joven Skywalker. En esa secuencia Yoda comienza a establecer la que, a falta del episodio IX, en principio debería ser la enseñanza definitiva y conclusiva de este cuento moral que ha educado a más de una generación de jóvenes sensibles a las cuestiones del Espíritu. En el verbo del maestro Jedi, los ascendentes son atributos como la maestría y la fuerza, y los descendentes son la debilidad y el fracaso. En conclusión, Yoda exhorta a Luke a integrar toda su experiencia vital para darle al mundo una esperanza definitiva. Y para que la siguiente generación de usuarios de la Fuerza entiendan el equilibrio, eso que Kylo Ren no entiende, y en consecuencia quiere destruir todo vestigio de pasado, debilidad o fracaso que encuentra a su paso (no odiaba a su padre, odia la debilidad y el fracaso). Oscuridad es, precisamente, no permitir que la imperfección, la debilidad o el fracaso impidan el desarrollo de la excelencia, lo cual hace que no podamos sentir compasión ante los débiles o, lo que es peor, no saber tolerar o reconocer el propio fracaso o las debilidades propias. La película, introduciendo un colofón inmenso, termina con la imagen de un niño que sueña con la libertad mientras contempla las estrellas del cielo nocturno ( eco del Anakin primordial del episodio I ) insinuando una Espada que, sobre la forma de una escoba, comienza a imaginar y a tejer en su alma, la de un futuro miembro de la resistencia contra el Dragón.