"Atácame con toda tu ira, y yo estaré contigo para siempre" -Luke Skywalker
Es momento de releer y considerar esta entrada anterior. Quienes están en el Camino, y además tienen la vocación de rastrear elementos de la cultura popular en busca de los atributos de Dios pueden llevarse más de una sorpresa al comprobar cómo la cultura del Dragón, aquella cuyo artesano es el hombre, es una imitación casi exacta de las cosas de Dios; una gran cantidad de verdades mezcladas con el error. Quienes estén, pues, sobre esa pista, sin duda sentirán una considerable conmoción tras identificar el mensaje contenido en Los últimos jedi, el penúltimo paso antes de concluir la saga cinematográfica por excelencia. En pocas palabras, el episodio escrito y dirigido por Rian Johnson puede ser perfectamente el más espiritual de los conocidos hasta la fecha, aquel que incide especialmente en valores como la humildad, el arrepentimiento y el sacrificio de la propia vida para dar vida y esperanza a los hermanos de Fe o de especie. En este episodio, Luke Skywalker es claramente una imagen imitativa de la imagen de Jesucristo. En la memorable secuencia del enfrentamiento contra Kylo Ren y su ejército, mantiene siempre la posición de decir Verdad sin atacar ni lastimar al oponente, hasta el extremo de entregar la propia vida por él. Una lección muy próxima a aquella que hemos dado en llamar "la paz del guerrero", la que el Maestro esgrime ante las acusaciones fariseas. Pero la conmoción sentida radica principalmente en cómo el pensamiento de la esvástica ( el movimiento ascendente y el movimiento descendente en un Ser único e integrado) aparece en la película, concretamente en la reaparición de Yoda ( para la historia del cine, es el cameo del siglo) y en el diálogo que establece con un eterno joven Skywalker. En esa secuencia Yoda comienza a establecer la que, a falta del episodio IX, en principio debería ser la enseñanza definitiva y conclusiva de este cuento moral que ha educado a más de una generación de jóvenes sensibles a las cuestiones del Espíritu. En el verbo del maestro Jedi, los ascendentes son atributos como la maestría y la fuerza, y los descendentes son la debilidad y el fracaso. En conclusión, Yoda exhorta a Luke a integrar toda su experiencia vital para darle al mundo una esperanza definitiva. Y para que la siguiente generación de usuarios de la Fuerza entiendan el equilibrio, eso que Kylo Ren no entiende, y en consecuencia quiere destruir todo vestigio de pasado, debilidad o fracaso que encuentra a su paso (no odiaba a su padre, odia la debilidad y el fracaso). Oscuridad es, precisamente, no permitir que la imperfección, la debilidad o el fracaso impidan el desarrollo de la excelencia, lo cual hace que no podamos sentir compasión ante los débiles o, lo que es peor, no saber tolerar o reconocer el propio fracaso o las debilidades propias. La película, introduciendo un colofón inmenso, termina con la imagen de un niño que sueña con la libertad mientras contempla las estrellas del cielo nocturno ( eco del Anakin primordial del episodio I ) insinuando una Espada que, sobre la forma de una escoba, comienza a imaginar y a tejer en su alma, la de un futuro miembro de la resistencia contra el Dragón.
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