LA ILUSTRACIÓN DEL CARDONER
Autobiografía
S. Ignacio de Loyola
Según la versión recogida por el
P. Luis Gonçalves da Camara
1553 - 1555
30. 5°. Una vez iba por su devoción a una iglesia, que estaba poco más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama sant Pablo, y el camino va junto al río – río Cardoner -; y yendo así en sus devociones, se sentó un poco con la ca-ra hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado se le empezaron abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino enten-diendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de co-sas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecí-an todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que enten-dió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto, como de aquella vez sola. Y esto fue en tanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le parescía como si fuese otro hombre y tuviese otro intelecto, que tenía antes.
31. Y después que esto duró un buen rato, se fue a hincar de rodillas a una cruz, que estaba allí cerca, a dar gracias a Dios, y allí le apareció aquella visión que muchas veces le aparecía y nunca la había conocido, es a saber, aquella cosa que arriba se dijo, que le parecía muy hermosa, con muchos ojos. Mas bien vió, estando delante de la cruz, que no tenía aquella cosa tan hermosa color como solía; y tuvo un muy claro conoscimiento, con grande asenso de la voluntad, que aquel era el demonio; y así después muchas veces por mu-cho tiempo le solía aparecer, y él a modo de menosprecio lo desechaba con un bordón que solía traer en la mano.
Comentario
4.2 la ilustración del Cardoner (Autob., n.30).
Carlos Vásquez S.I.
Claves ignacianas para la lectura
de la Autobiografía
Carlos Vásquez S.I.
Claves ignacianas para la lectura
de la Autobiografía
Hemos hablado varias veces de ella. Pero es imprescindible ubicarla ahora de-ntro de las gracias místicas especialísimas que recibió Ignacio. Conocemos su in-flujo en su vida espiritual, en la fundación de la Compañía de Jesús, en la elabo-ración de los Ejercicios Espirituales, en su visión del mundo, de la vida y, en ge-neral, de ver todas las cosas. Como hemos mencionado antes, todo le parecía nuevo, “como si fuese otro hombre”.
Se ha llamado en la Compañía a esta gracia especial como la “eximia ilustración del Cardoner” y el santo le atribuyó un influjo definitivo durante toda su vida. El P. González de Cámara nos cuenta que Ignacio, al responderle a preguntas que le había planteado sobre unos puntos de las Constituciones le dijo: “a estas cosas todas se responderá con un negocio que pasó por mí en Manresa” (FN., I, 610).
La ilustración del Cardoner, en efecto, abarca toda la amplitud de la realidad: “las cosas de la vida espiritual”, es decir, los movimientos del Espíritu en nuestra vida; “las cosas de la fe”, es decir, las verdades reveladas en su armónica rela-ción; “las cosas de las letras”, o sea, todo lo que constituye el objeto del cono-cimiento natural, tanto los objetos particulares como su conjunto… una visión sintética y orgánica.
Los grandes comentaristas de la Compañía sobre el tema de la ilustración del Cardoner afirman, en conjunto dos cosas:
Que fue una ilustración eximia del entendimiento. Esta ilustración le dio un vi-sión sintética y orgánica de muchas cosas de su vida.
Que la lección recibida fundamental fue la de poseer la plena capacidad del dis-cernimiento espiritual. Polanco decía que “esta gracia le permitía penetrar con unos nuevos ojos del espíritu todas las cosas divinas y humanas” (FN., II, 256).
Que esa mirada nueva y totalizante que recibe Ignacio constituye uno de los ras-gos distintivos de la espiritualidad Ignaciana.
Que esa mirada nueva y totalizante que recibe Ignacio constituye uno de los ras-gos distintivos de la espiritualidad Ignaciana.
Que a la luz de todo lo anterior podemos comprender cuál es el fundamento de la tradición que sitúa el origen de los Ejercicios y de la Compañía de Jesús en la ilustración del Cardoner. Comenta el P.Rambla que “con un don tan precioso de discernimiento, dispone Iñigo de un instrumento para interpretar la rica expe-riencia propia e irla convirtiendo en el método de búsqueda evangélica que son los Ejercicios. Así puede afirmarse que los Ejercicios proceden substancialmente de la experiencia del Cardoner. Por lo que se refiere a la Compañía transcurrirán muchos años e Iñigo no sabrá del todo adónde quiere conducirle Dios con aque-lla nueva visión… pero la luz del Cardoner fue el foco con el que se desvanecie-ron tantas oscuridades hasta el momento de ver con claridad la fundación de la Compañía de Jesús” .
Los autores de la vida mística anotan que estas ilustraciones intelectuales son fenómenos espirituales que acompañan con frecuencia y de diversas maneras a aquellos que ya están en la contemplación. Las sustanciales, como la del Cardo-ner en Ignacio, consisten en la repentina infusión de una idea mental simplicísi-ma, tan fecunda y luminosa como compendiosa en que el alma descubre a veces toda una larga serie de misterios tan superiores al alcance humano, que ni si-quiera después de conocerlos encuentra las más de las veces ninguna suerte de palabra o símbolos con que expresarlos o representarlos .
San Juan de la Cruz afirma que son de un valor inapreciable y que en ellas no cabe el menor engaño. El efecto que producen no es variable o pasajero, ni me-nos incierto o inconstante. Son seguras y eficaces y nunca se borran de la memo-ria. Se realizan inmediatamente y el alma siente plena conciencia de la luz y energía que con ellas recibe para cumplirlas.
Fuente:http://www.archivocalasanz.com/2008/12/28/ejercicios-espirituales-texto-autografo-s-ignacio-de-loyola-cardoner/
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