viernes, 6 de enero de 2017

Idealidad

En una tierra imaginada y presente...

Los veranos se dilatan como la luz del sol, en todas direcciones, hacia el espacio y hacia la hondura de los días. Es el tiempo de labranza, siembra y cosecha, de recorrer los caminos a través de los valles y las colinas, de tiempo en tiempo y de séptimo día a séptimo día, recoger y almacenar los víveres necesarios para la época oscura. El invierno, cuando todo reposa, es tiempo de recapitular lo antiguo y preparar la próxima renovación. Es tiempo de cobijo y meditación en torno a las hogueras, tiempo de narrar, ver o escuchar nuevas historias, y de volver a conocer las historias de antaño. En aquella tierra donde cultivar músculo, oído, mente y corazón.




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