Somos esencia, y si no conocemos la verdadera esencia hemos perdido el alma y la patria. Qué gran tesoro el del hombre que tiene una patria en el corazón. Pero la contemporaneidad y el "progreso" ( acaecidos desde finales del siglo XIX hasta hoy ) han asesinado a la inocencia, y ya apenas quedan imaginarios que den validez y legitimidad social a la vida del adolescente que recorre feliz un sendero de flores o al peregrino que, sentado en una silenciosa plaza de pueblo, contempla gozoso las montañas y el campanario de la iglesia. En consecuencia, y hablando en sentido no literal, quienes aún conservan en sus frentes el Sello de Dios ya no pueden "comprar ni vender". La "marca de la bestia" se manifiesta también como implacable imperialismo cultural, aquél que aparece descrito, mediante figuras alegóricas, en la quinta trompeta de Apocalipsis 9, versículos 1 al 12. Es la destrucción del alma humana, abocada al vacío existencial, esos humos que suben desde el abismo profundo y contaminan toda la tierra con tinieblas espirituales. En la pintura contemporánea, testimonio de esa degeneración, tenemos los casos de Jackson Pollock y de Francis Bacon.
En estos días de crisis y amenazas de ruptura, muchos piensan y hablan sobre la cultura que deberíamos o no deberíamos ser. ¿Qué es España y por qué está tan enferma?. ¿Cuál es el origen de su desangramiento?. Desde luego, contra ese imperialismo espiritual referido antes, es menester definir una cultura y un espíritu colectivo que pueda aproximarse al Espíritu de Dios. Hispania no es la "movida madrileña", no es el "gran hermano" y demás bodrios televisivos, no es "sol y playa", no es Rita Barberá, ni Rajoy, ni Camps, ni Zapatero, ni Pablo, ni Puigdemont, ni el Real Madrid ni el Barça ni el gol de Iniesta en el minuto 116 de la gran final. Hispania es el eco de la antigua y enigmática Tartessos, es el Sol de Jerusalén girando hacia el oeste, es la marca de los celtíberos, el liderazgo de Viriato y la resistencia de Numancia. Hispania es la poesía y el romancero medieval, es los jardines y monumentos de Salamanca, es un lenguaje y un pensamiento perenne, como los poemas andalusíes de amor, huerta y palacios, es también la pervivencia cátara y el estandarte de los templarios, es el lugar donde reposa el santo grial de una sangre que pervive si la dejamos fluir a la vez que destruimos el imperio de Mamón. Hispania es el sincretismo cultural y arquitectónico de Toledo, los páramos de Soria y la geografía salvaje de Diania, desde el Montdúver hasta el cabo de San Antonio pasando por el Benicadell, la Mariola, la Font roja, Bocairent y hasta los muros de Almansa. Y tener espíritu hispano es ser idealista como el hidalgo Don Quijote de la Mancha, inocente como Sancho Panza y santo como pudo llegar a serlo Francisco de Borja. Culminando, pues, ya en el límite de las épocas, con la locura genial de Salvador Dalí. Hispania. Ecce homo. Escríbelo en el corazón y dale vida.
Voz Valldense
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